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Roma, 15 de junio de 2018
Roma, 15 de junio de 2018
FIESTA DE NUESTRA QUERIDA MADRE FUNDADORA
Queridas hermanas y jóvenes en formación:
En ocasión de la fiesta de nuestra Beata Madre Fundadora y después de 15 años de su beatificación, nos hace bien releer este pasaje del Evangelio. Reflexionándolo podemos recordar la respuesta y la actitud de nuestra amadísima Madre a la invitación del Maestro Bueno. Su respuesta fue radical desde su juventud y se manifestó en su vida activa en la Iglesia parroquial de Balto, su país nativo. Desde el día de su bautismo comenzó una vida de fidelidad cristiana y caminó incansablemente hacia la santidad. Este día es una ocasión para que también nosotras nos hagamos la misma pregunta: Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer hoy?
Quizá un estímulo para una respuesta adecuada lo podemos encontrar en las palabras de San Juan Pablo II dirigidas a nosotras, en aquel radiante junio de 2003 en Dubrovnik: “No se cansen de responder fielmente al único Amor de vuestra existencia. Vuestra vida, de hecho, no es solamente compromiso generoso de un ser humano; es ante todo respuesta a un don que viene de lo Alto y pide ser acogido con disponibilidad. La experiencia cotidiana del amor gratuito de Dios por vosotras las impulse a donar sin reservas vuestra vida al servicio de la Iglesia y de los hermanos, confiando todo, presente y futuro, en sus manos[1]”.
Sí queridas hermanas este es el camino que debemos perseguir: Donarnos sin reservas. Por eso debemos apurarnos, dar lo mejor de nosotras mismas, no reservarnos nada, no ahorrar el cansancio ni los sacrificios, como las mujeres fuertes, que anhelaba nuestra Beata Madre. Sé que lo están haciendo, pero no debemos perder la alegría del servicio a causa de las preocupaciones, de nuestros múltiples trabajos, de las pruebas de la vida. No debemos olvidarnos que la Madre “conquistada del amor de Dios, eligió consagrarse a Él para siempre, realizando la aspiración de donarse totalmente al bien espiritual y material de los más necesitados. Fundó después nuestra Congregación con la precisa tarea de ‘difundir e propagar, mediante las obras de misericordia, el conocimiento del Amor de Dios’. En ese camino, no faltaron las dificultades, pero fue adelante con indómito coraje ofreciendo sus sufrimientos como tantos otros actos de culto y sosteniendo a sus hermanas con la palabra y el ejemplo. Su celo apostólico no le ha permitido detenerse jamás, abriendo nuestra Congregación al trabajo misionero también en diversos países de América Latina”. [2]
Queridas hermanas con nuestra Beata Madre y con el Espíritu de Dios que nos conduce, debemos empeñarnos en llevar adelante la obra de Dios y su obra enriquecerla con los propios carismas y dones testimoniando cada día con alegría, optimismo y esperanza, el amor que Dios tiene por nosotras, a través de las obras de misericordia, en modo particular ahora que ¡estamos a las puertas de nuestro Jubileo!
Les deseo una bella y santa jornada en comunidad, junto a nuestros amigos laicos, a los niños, a los jóvenes y junto a todos aquellos que vienen a nosotras y que están aprendiendo a conocer la fascinante figura de María Petković, a quien pido nos bendiga y nos haga sentir su presencia materna.
Las ama, vuestra
En ocasión de la fiesta de nuestra Beata Madre Fundadora y después de 15 años de su beatificación, nos hace bien releer este pasaje del Evangelio. Reflexionándolo podemos recordar la respuesta y la actitud de nuestra amadísima Madre a la invitación del Maestro Bueno. Su respuesta fue radical desde su juventud y se manifestó en su vida activa en la Iglesia parroquial de Balto, su país nativo. Desde el día de su bautismo comenzó una vida de fidelidad cristiana y caminó incansablemente hacia la santidad. Este día es una ocasión para que también nosotras nos hagamos la misma pregunta: Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer hoy?
Quizá un estímulo para una respuesta adecuada lo podemos encontrar en las palabras de San Juan Pablo II dirigidas a nosotras, en aquel radiante junio de 2003 en Dubrovnik: “No se cansen de responder fielmente al único Amor de vuestra existencia. Vuestra vida, de hecho, no es solamente compromiso generoso de un ser humano; es ante todo respuesta a un don que viene de lo Alto y pide ser acogido con disponibilidad. La experiencia cotidiana del amor gratuito de Dios por vosotras las impulse a donar sin reservas vuestra vida al servicio de la Iglesia y de los hermanos, confiando todo, presente y futuro, en sus manos[1]”.
Sí queridas hermanas este es el camino que debemos perseguir: Donarnos sin reservas. Por eso debemos apurarnos, dar lo mejor de nosotras mismas, no reservarnos nada, no ahorrar el cansancio ni los sacrificios, como las mujeres fuertes, que anhelaba nuestra Beata Madre. Sé que lo están haciendo, pero no debemos perder la alegría del servicio a causa de las preocupaciones, de nuestros múltiples trabajos, de las pruebas de la vida. No debemos olvidarnos que la Madre “conquistada del amor de Dios, eligió consagrarse a Él para siempre, realizando la aspiración de donarse totalmente al bien espiritual y material de los más necesitados. Fundó después nuestra Congregación con la precisa tarea de ‘difundir e propagar, mediante las obras de misericordia, el conocimiento del Amor de Dios’. En ese camino, no faltaron las dificultades, pero fue adelante con indómito coraje ofreciendo sus sufrimientos como tantos otros actos de culto y sosteniendo a sus hermanas con la palabra y el ejemplo. Su celo apostólico no le ha permitido detenerse jamás, abriendo nuestra Congregación al trabajo misionero también en diversos países de América Latina”. [2]
Queridas hermanas con nuestra Beata Madre y con el Espíritu de Dios que nos conduce, debemos empeñarnos en llevar adelante la obra de Dios y su obra enriquecerla con los propios carismas y dones testimoniando cada día con alegría, optimismo y esperanza, el amor que Dios tiene por nosotras, a través de las obras de misericordia, en modo particular ahora que ¡estamos a las puertas de nuestro Jubileo!
Les deseo una bella y santa jornada en comunidad, junto a nuestros amigos laicos, a los niños, a los jóvenes y junto a todos aquellos que vienen a nosotras y que están aprendiendo a conocer la fascinante figura de María Petković, a quien pido nos bendiga y nos haga sentir su presencia materna.
Las ama, vuestra
M. Cristina Orsillo, cfm.
Superiora General 2015 - 2021
Superiora General 2015 - 2021
[1] Homilía de San Juan Pablo II en el día de la beatificación.
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