“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” y “toda la tierra vio la salvación de nuestro Dios”.
Queridas Superioras Provinciales,
Superioras Locales, Hermanas,
y jóvenes en formación
El verbo se hizo carne"; el Padre habló a la humanidad en el Hijo encarnado y se hizo hombre, Palabra y Pan partido para nosotros ( cfr Jn 1, 14-16).
Ésta es la pedagogía del Padre misericordioso. Quiere la salvación de sus hijos, y no cesa de hablarnos de mil maneras. Nos habla a través de la creación, y al contemplarla sólo atinamos a decir: ¡qué maravilla! Nos habló a través de los profetas, y en nuestra obstinación, no quisimos escuchar y dejamos al corazón que viviera lejos de Dios. Nos habla aun hoy través de los signos de cada tiempo, y parece que esto, tampoco lo llegamos a comprender...
Finalmente habló en su “Hijo amado” (Mt 17, 5), nacido de María, y su Palabra no fue acogida, y si acogida, no comprendida. ¡Qué grande es este amor de Dios que a lo largo de la historia buscó y busca aún hoy, todos los medios posibles para decirle al hombre, a cada una de nosotras: Yo soy tu Padre y te amo, “mira, te tengo grabado en mis manos” (cfr Is 49, 15-16)!
¡Éste es el evento magnífico que celebramos en Navidad: que el amor del Padre nos habló en el Hijo hecho carne, con señales, milagros, parábolas, gestos, y al final, con su vida, muerte y resurrección!
Hoy, el Padre, paciente y misericordioso, continúa hablando a nuestros corazones, a nuestra conciencia, en el Sagrario , en su Palabra, la que escuchamos y meditamos todos los días, buscando comprender su voluntad en nosotras, en nuestra Congregación, en nuestra vida y misión. Así, nuestro peregrinar iluminado por la Palabra hecha vida, nos lleva a anunciarla en los diferentes caminos del mundo donde estamos sembradas. Viviendo así, podemos decir que esta Palabra en realidad "vive entre nosotras".
Queridas hermanas, tengamos el oído atento a la invitación del Padre en esta Navidad porque como Hijas de la Misericordia, debemos proclamar esta Palabra que ha venido a traer salvación a toda la humanidad, en cada ocasión, como nos pedía nuestra Beata Madre Fundadora, a esta 'humanidad que sufre'.
Al dar a conocer esta Palabra, como Felipe responderemos a muchos que nos piden: "muéstranos al Padre" , responderemos como Jesús, quien ve a Cristo, quien reconoce su Palabra encarnada: “ve y conoce al Padre” (cfr Jn 14, 8-10).
¡Les deseo a cada una de ustedes, a cada comunidad, una santa y feliz Navidad y un Año Nuevo lleno de gracia, de paz y amor!
Ésta es la pedagogía del Padre misericordioso. Quiere la salvación de sus hijos, y no cesa de hablarnos de mil maneras. Nos habla a través de la creación, y al contemplarla sólo atinamos a decir: ¡qué maravilla! Nos habló a través de los profetas, y en nuestra obstinación, no quisimos escuchar y dejamos al corazón que viviera lejos de Dios. Nos habla aun hoy través de los signos de cada tiempo, y parece que esto, tampoco lo llegamos a comprender...
Finalmente habló en su “Hijo amado” (Mt 17, 5), nacido de María, y su Palabra no fue acogida, y si acogida, no comprendida. ¡Qué grande es este amor de Dios que a lo largo de la historia buscó y busca aún hoy, todos los medios posibles para decirle al hombre, a cada una de nosotras: Yo soy tu Padre y te amo, “mira, te tengo grabado en mis manos” (cfr Is 49, 15-16)!
¡Éste es el evento magnífico que celebramos en Navidad: que el amor del Padre nos habló en el Hijo hecho carne, con señales, milagros, parábolas, gestos, y al final, con su vida, muerte y resurrección!
Hoy, el Padre, paciente y misericordioso, continúa hablando a nuestros corazones, a nuestra conciencia, en el Sagrario , en su Palabra, la que escuchamos y meditamos todos los días, buscando comprender su voluntad en nosotras, en nuestra Congregación, en nuestra vida y misión. Así, nuestro peregrinar iluminado por la Palabra hecha vida, nos lleva a anunciarla en los diferentes caminos del mundo donde estamos sembradas. Viviendo así, podemos decir que esta Palabra en realidad "vive entre nosotras".
Queridas hermanas, tengamos el oído atento a la invitación del Padre en esta Navidad porque como Hijas de la Misericordia, debemos proclamar esta Palabra que ha venido a traer salvación a toda la humanidad, en cada ocasión, como nos pedía nuestra Beata Madre Fundadora, a esta 'humanidad que sufre'.
Al dar a conocer esta Palabra, como Felipe responderemos a muchos que nos piden: "muéstranos al Padre" , responderemos como Jesús, quien ve a Cristo, quien reconoce su Palabra encarnada: “ve y conoce al Padre” (cfr Jn 14, 8-10).
¡Les deseo a cada una de ustedes, a cada comunidad, una santa y feliz Navidad y un Año Nuevo lleno de gracia, de paz y amor!
M. Cristina Orsillo, cfm.
Superiora General 2015 – 2021
y Hermanas de la Casa Generalicia – Roma
Superiora General 2015 – 2021
y Hermanas de la Casa Generalicia – Roma
Prot. N° 218/2018 - Diciembre 2018
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