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C uaresma 2018

C uaresma 2018

 

                                                                                                                                                    “Hágase Tu Voluntad”
Kinshasa - Congo, 6 de febrero de 2018
 
CIRCULAR Tiempo de Cuaresma
 
¡Muy queridas Superioras Provinciales, Locales y Hermanas!
¡Queridas Jóvenes en Formación!
 
 
Las saludo con serena alegría y paz en el corazón, sentimientos que también deseo para cada una de ustedes.
Ahora me encuentro en el Congo, viendo más de cerca todo lo que precisamos para iniciar aquí nuestra misión. En verdad creo que en este lugar las Hijas de la Misericordia tenemos tanto para dar pero mucho más para recibir. Este es un pueblo que sufre pero que tiene una gran fe y confianza en Dios. Necesitan, más que otra cosa, quienes los quieran acompañar en su proceso de fe y liberación, quienes los consuelen en sus penas, quienes enseñen a sus niños y conforten en su salud quebrantada. Aquí, como lo hacemos en todos lados, pero por excelencia podremos testimoniar el amor y la misericordia de nuestro buen Padre Celestial. ¡Se trata solo de ser levadura en la masa!
 
Hecho este saludo afectuoso y próximas a iniciar la Cuaresma, he pensado en no tomar otro tema de reflexión, para este tiempo santo de gracias especiales, que el contenido de la circular que les he enviado sobre la visita fraterna; ésta, de por sí nos ofrece un material abundante y concreto para reflexionar a lo largo de estos cuarenta días.  Mirar con sinceridad nuestra propia vida y la de nuestras comunidades nos ayudará a purificar y convertir nuestros corazones y hará propicio el Paso glorioso del Señor en la Pascua a la que nos encaminamos.
No obstante queridas Hermanas, he querido tomar algunos aspectos del Mensaje de Cuaresma que el Santo Padre nos dirige para este tiempo donde nos invita a recorrerlo sostenidas por la limosna, el ayuno y la oración y nos introduce diciendo que
“En el corazón de Dios, la caridad, no se apaga” ¿Y en el nuestro?
“Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo.
Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo; su morada es el hielo del amor extinguido. Preguntémonos entonces: ¿cómo se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?
1. Lo que apaga la caridad, es ante todo: la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10); el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos. Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»… 
2. También, la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de la caridad:la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés; los mares, también contaminados, tienen que recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas; los cielos —que en el designio de Dios cantan su gloria— se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte.
3. El amor se enfría también en nuestras comunidades: Evangelii gaudium describe las señales más evidentes de esta falta de amor: la acedia egoísta,el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero.
4. ¿Qué podemos hacer?La Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma, el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.
La oración: El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida. La limosna: El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás, un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar en la colecta para la comunidad de Jerusalén: «Os conviene» (2 Co 8,10). Esto vale especialmente en Cuaresma, un tiempo en el que muchos organismos realizan colectas en favor de iglesias y poblaciones que pasan por dificultades. Y cuánto querría que también en nuestras relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos que se trata de una llamada de la divina Providencia: cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si Él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, Él, que no se deja ganar por nadie en generosidad? El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre”.Queridas Hermanas les auguro a cada una vivir esta Cuaresma como la invitación de Dios a creer que es posible “nacer de nuevo” porque “Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo”. Empecemos por la hermana que está a mi lado.
No quiero perder la ocasión de recordarles que, dado que el 11 de marzo: Día de la Misión Francis-Petkoviana, cae en tiempo de cuaresma, será una ocasión muy propicia para apoyar las misiones con las limosnas especialmente recogidas para ese fin.
Las amo y bendigo en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
                      
M. Cristina Orsillo, cfm
Superiora General


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