“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; habitaban en una tierra de sombras y una gran luz les brilló. Acrecentaste en ellos la alegría, les aumentaste el gozo”. Is 9,1-3
Queridísimas superioras y hermanas, queridas jóvenes que están en el período de su formación:
Las saludamos exultantes en esta Navidad, porque somos conscientes que la gracia de Dios, en Cristo Jesús, ha venido para iluminar todos los rincones de nuestra existencia. Esta luz nos aleja no sólo la oscuridad de la noche, sino también del error y la ignorancia, del desamor y la soledad, del desaliento y la tristeza.
Nosotras, que reconocemos y vivimos en la alegría de esta luz sin ocaso, debemos ayudar a que cada hombre, cada mujer, cada niño, cada joven, pueda descubrirla y transitar juntos, en fraternidad, por el camino muchas veces incierto, que nos conduce hacia la meta que esperamos alcanzar.
Si lo hacemos así, nos convertiremos en instrumentos de paz y alegría en el mundo y serán grandes el gozo y la esperanza en el corazón de la humanidad.
¡Feliz y Santa Navidad y un bendecido 2017!
M. Cristina Orsillo, Consejo General y las Hermanas de la Casa Generalicia
Roma, diciembre de 2016
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