El evento extraordinario está representado de la elevación de la puerta superior de la escotilla de escape del submarino Pacocha, que no tenía posibilidad dada la posición anómala de los pestillos, y de su cierre efectuada por el Teniente Primero Roger Cotrina Alvarado, superando el enorme peso de la columna de agua que en ese momento gravaba sobre la escotilla mientras el submarino estaba hundiéndose.
BREVE SÍNTESIS DE LOS HECHOS
«La tarde del 26.08.1988 el Submarino Pacocha, de la Marina militar peruana, mientras navegaba en dirección de la base del Callao (Lima), fue chocado por un barco pesquero japonés. Se produjo una gran falla en los locales de los Cuadros Eléctricos y se inundaron los locales de popa con el consecuente cortocircuito (Black-out eléctrico) y pérdida de la propulsión del submarino.
23 tripulantes lograron lanzarse al mar antes del hundimiento. El Comandante (después fallecido) logró cerrar desde el exterior la escotilla del puente de mando. Sin embargo quedó abierta la válvula principal de la inducción del aire, que terminó - durante la bajada del submarino - bajo la superficie del mar, permitiendo al agua entrar en el compartimento de los Motores. El submarino estaba hundiéndose rápidamente, inclinándose con la popa. 25 marinos quedan atrapados a bordo.
El Teniente Primero Roger Cotrina (Oficial segundo del submarino), debiendo afrontar la gravísima emergencia, se dirigió a la sala de torpedos de proa para hacer salir en cubierta al personal. Durante esta maniobra un marinero quedó atrapado con una pierna en la puerta superior de la escotilla de salida. El Teniente Cotrina logró levantar la puerta y liberar el marinero, pero él quedó investido por una enorme cantidad de agua - como una cascada - ya que la proa estaba hundiéndose. Dada la inclinación del submarino, él resbaló hacia abajo hasta la pared de acero ubicada entre la sala de torpedos y el compartimento de baterías. El submarino se hundió de popa. Tres marineros que quedaron encerrados en la sala de motores murieron.
No obstante esto, el Teniente Cotrina logró subir a la escalera de la escotilla y subir hasta la puerta superior por la cual entraba el agua. La cantidad y la presión del agua hizo muy difícil la maniobra de cierre de la puerta. Ésta había quedado abierta porque los pestillos se encontraban accidentalmente en posición de cierre (o sea hacia afuera con respecto a la circunferencia de la puerta).
Después de un primer tentativo en vano, el teniente Cotrina logró cerrar la puerta, accionando el volante que mueve los pestillos. Así el agua cesó de entrar, y se impidió la inundación de los compartimentos de abajo donde se encontraban 22 hombres. Al día siguiente estos salieron en grupos y fueron puestos a tratamiento de descompresión. Dos de ellos murieron a causa de complicaciones.»
INVOCACIÓN DE LA SIERVA DE DIOS
El cerrado desencadenarse de los hechos acaecidos en el interior del submarino, en la relación de Roger Cotrina Alvarado arriba narrada, inevitablemente se ha ya anticipado el argumento objeto de este capítulo y por lo tanto sólo nos resta profundizar cómo el pedido de intercesión de María de Jesús Crucificado, pudo brotar espontanea en el alma de una persona en punto de ser atropellada, además de los eventos, de una masa de agua que habría debido impedirle cualquier movimiento, o mejor dicho, una maniobra coordinada.
A este propósito nos viene en ayuda una declaración escrita el 7 de junio de 1998 por el mismo Teniente Cotrina:
«Por la presente declaro haber conocido a la Madre Fundadora María de Jesús Crucificado Petkovic, por medio de las religiosas de su Congregación, que me proporcionaron una autobiografía de ella en el Centro Médico Naval (Callao - Lima), en el libro "Testimonio de Amor".
En el momento del accidente acaecido en Lima - Perú, en el año 1988 (26 de agosto), cuando se hundía el submarino peruano B.A.P. "Pacocha". (SS - 48), sentí que me ahogaba con el agua de mar que ingresaba en grandes proporciones al interior del submarino y de manera incontenible; en ese instante me acordé de algunas partes de mi vida e invoqué a la Madre María de Jesús Crucificado Petkovic, recordando palabras pertenecientes a ella y, viendo su imagen en mi mente, repetí que me lleve al lado de Dios tal como ella lo manifiesta en su autobiografía.
Repetí con seguridad después esta invocación: «Dios, sé que esta tarde voy a estar a tu lado», pensando que moriría pero inmediatamente vi una luz intensa que estalló en mi mente y me hizo abrir los ojos para ver claro que caía en el interior del submarino, dirigiéndome a impactar directamente en la pared de acero del interior del submarino; fue entonces que esto permitió que reaccionara y poder amortiguar la caída correctamente, luego recuperar la respiración y sentir una fuerza muy grande, un valor y resolución que me dieron fuerzas y valor para regresar hasta la escotilla superior del compartimento de torpedos y mediante una fuerza que permitió que cerrara la escotilla evitando que el agua continúe ingresando. La intercesión de la Madre María de Jesús Crucificado Petkovic ha logrado que pueda estar eternamente agradecido a ella».